Está claro que a la señora alcaldesa no le gustan las críticas, y si son públicas mucho menos. En un acto puramente caciquil ha ordenado por segunda vez a la policía local que retiren pancartas con críticas molestas hacia su gestión que había colocado la CGT.
Esta señora lo único que acepta son lisonjas y parabienes. Pues lo tiene claro. La crítica a su gestión y a sus actos es algo que debe aprender a encajar y a asumir por la sencilla razón de que vienen con el cargo. Lo contrario muestra poca clase política y un concepto de democracia transnochado.
Echar encima a la policía a todo aquél que manifieste abiertamente la crítica es una actitud prepontente propia de dictadores y de políticos alejados de la realidad.
Pretender acallar las voces discordantes es algo que no va a conseguir por muy alcaldesa que sea y por mucho poder que tenga. Cortar la libertad de expresión es una actitud represora propia de tiempos franquistas.
Afortunadamente hay personas que no le tienen miedo y no se aminalan. Ayer por la tarde la CGT reunió cincuenta vehículos que formaron una interminable caravana recorriendo buena parte de Jerez para manifestarse en contra de la alcades y mostrar su apoyo a las personas encerradas en la catedral.
Todo un éxito que debió doler a la señora alcaldesa como una espinita bien clavá.
sábado, 26 de enero de 2008
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