domingo, 10 de junio de 2012

Al pan pan...

y al vino, vino.
Y vino este otro y comenzó a decir mentiras como el otro. O mejor dicho, peor que el otro. Porque este ya mentía no sólo cuando prometía lo que iba a hacer y no hacer, sino que también miente ahora cuando afirma lo contrario de lo que se supone que está haciendo para no perjudicar la "supuesta negociación". Hay que ser gilipollas para contar eso en público. Y lo peor es que le parece una justificación lógica. En realidad lo que ha ocurrido es que este tío hace cuatro días no tenía ni idea de que se iba a aprobar el rescate para los bancos. Sencillamente porque nadie se lo había escrito en un papel.
Sigo pensando y me reafirmo que la principal arma que tienen los políticos es la mentira. Mienten cuando callan, mienten cuando hablan y mienten cuando piensan. 
No es culpa suya, son así. La culpa más bien nos pertenece a nosotros porque no escarmentamos. No sé cómo lo hacen, pero cada vez que hay elecciones consiguen movernos (que no motivarnos) para ir a las urnas. Aunque también es cierto que muchas veces lo hacemos para que no entren estos o los otros.


Si supiéramos cómo hacerlo para que no entre ninguno al menos tendríamos bastante ganado. Pero ni votar en blanco ni abstenerse sirve. Se repartirían los votos según la ley D´hont y se seguirían repartiendo la tarta. Y a los tres o cuatro añitos de diputado/a, pensión segura mientras, que el resto de los mortales tendrán que trabajar hasta los 67 años para conseguirla. Eso en la mejor de las suertes y ni se podrán quejar quienes  tengan la suerte de lograrlo aunque sea una mierda de pensión. 


Hay que ser pedazo de malnacido (lo de cabrón lo he borrado, me parecía muy fuerte) y tener poca vergüenza para aceptar tal cosa como si tal cosa con la que está cayendo. Y mientras, cinco millones de parados pasándolas putas perdiendo sus viviendas  y comiendo lo que pueden a base de oenegés, bolsas de caridad o rebuscando en la basura de los hipermercados.


Eso sí, el dinero para los bancos, a los ciudadanos que les den.


¡Malditos bastardos! 

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