miércoles, 19 de octubre de 2011

Los indignados. Los infiltrados.


Son cosas que uno las ve venir, además desde lejos.


Y no es que yo sea particularmente listo ni avezado en estas cuestiones. Más bien la experiencia. Lo que ha venido viendo uno todos estos años.


Supongo que al principio fue un movimiento espontáneo, fresco y que despertaba simpatías.

Supongo que al principio los partidos los miraban con desden: ¡A donde van estos!

Más tarde con preocupación: ¡Vamos a ver si estos no nos joden el chiringuito!

Por último con interés: ¡Hay que controlar esto y utilizarlo a nuestro favor!

Y así es cómo se han infiltrado entre los indignados. Además ahora pasan por ser los más rebeldes, los más cabecillas y los más indignados de entre los indignados.


Por cierto que esto me recuerda lo que hacían los sindicalistas de UGT cuando había que controlar, ponerse delante y ponerlos a dar vueltas.

Han debido pensar que si no logramos controlar y utilizar el movimiento, al menos haremos que pierdan credibilidad. En ello están. No es nada nuevo. Controlar, controlar y controlar. Y si se mueve algo que sea a nuestro favor.

Decía un amigo mío que si una familia va a pasar un día en el campo para celebrar las bodas de oro de los abuelos, y ese día hay una pelea y se forman dos bandos. Uno de ellos está controlado por el PSOE. Cuando no los dos.

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