miércoles, 9 de junio de 2010

El día después.

La huelga de los funcionarios. Mi valoración: Patada en el culo de los funcionarios a.... los sindicatos. Ni me alegro ni me dejo de alegrar, simplemente creo que se lo merecen.

Llega uno a la conclusión de que a los dos supersindicatos el tema de los funcionarios como que se las trae al pairo. Tanto como los cuatro millones y medios de parados que hay en el país. ¿Acaso no merecían ellos y su situación una huelga? ¿Qué han hecho los sindicatos por los parados?

Lo de la huelga de los funcionarios me deja a las claras que el trabajador va siempre por delante del patrón... y de los sindicatos, que por desgracia cada vez se mimetizan más, sobre todo cuando se trata de papá estado. El que nos da millonarias subvenciones.

¿Se publica un decreto en el BOJA y convocan una huelga? ¿Pa qué si ya está hecho? ¿No hicieron nada por los parados y lo van a hacer por nosotros? ¿Para qué la huega? Se preguntaban muchos funcionarios.

Sencillamente para utilizar a los funcionarios como ariete para otro fin que nada tiene que ver con ellos. Ni me parece ni es ético. La pregunta que me hago es si tras este fracaso y un posible fracaso de la huelga general habrá critica interna y dimisiones de los altos cargos sindicales. Porque no creo yo que los tres millones de funcionarios vayan a apoyar una huelga general convocada contra la reforma laboral que ni les va ni les viene. Y a lo mejor los trabajadores de las empresas públicas pues como parece que la cosa no va con ellos, pues eso.

Por otra parte mucho me temo que muchos de los cuatro millones y medio de parados estén pensado que, tras el abandono por parte de los sindicatos, igual con la reforma puedan meter la cabeza en el mercado laboral y aliviar su situación. No creo que vayan a tener tampoco mucho apoyo de este sector.

Los sindicatos pueden quedar seriamente tocados en su estructura, en su afiliación y en su función con una clara merma de su capacidad para negociar. Visto lo visto al gobierno le bastaría con buscar apoyos políticos para sacar adelante su reforma laboral. Y a los sindicatos sólo les quedará el camino del conflicto laboral en las empresas y, de lo que han evitado hasta ahora, el enfrentamiento con el gobierno para intentar recuperar algo de la credibilidad que tan gustosamente han perdido. Crudo lo tienen, por sus propios méritos.

Todo parece apuntar a un debilitamiento de los sindicatos que facilitará a cualquier gobierno tomar otras medidas de ajuste que considere oportunas. Crudo lo tenemos todos, por nuestros propios méritos.

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